Cuestión de ¿Ingenuidad?

sábado, 18 de febrero de 2012

Es natural que las tendencias migren de una ciudad a otra, para adaptarse o mimetizarse en el nuevo entorno valiéndose de la novedad que representan, a través de las personas que las llevan.


Algo mas que curiosidad me produce ver un fenómeno que vengo detectando hace unos cuantos años. Tiene que ver con lo que acabé la premisa inicial de este escrito, y de otro asunto más: la transgresión de elementos culturales considerados en un lugar como disfraz para ser piezas de llevar en la vida cotidiana en otro.


Barranquilla, por ser una ciudad cosmopolita comparada con Cartagena, tiene mayor movimiento en cuanto a propuestas y arribo de innovación en los modos de vestir. El sector comercial es mas grande, incluyendo marcas que aún no están presentes en "El corralito de piedra", como Zara, Berska o Stradivarius, del grupo Inditex, y otras no tan grandes, pero que tienen trayectoria y proyección a nivel nacional, al igual que creadores locales.


A propósito de que estamos en el segundo mes del año, hay una festividad que no pasa desapercibida para Colombia: El Carnaval de Barranquilla. Bañado de personajes únicos, comparsas alegres y gente hermosa que se viste de gala para cada uno de los desfiles y eventos sociales.Los personajes como el Monocuco, la Marimonda, la cumbiambera, la negrita puloy y los negritos de Santa Lucia, se prestan para que cada persona se apropie de él, lo sienta suyo y lo lleve en una que otra ocasión. 


Es de esa relación cercana a la gente del común que nacen las variaciones en cada disfraz: un arreglo, un color mas, un corte distinto, una adaptación desde la personalidad y gusto de la persona.
Desde ese punto de vista, el disfraz de la negrita Puloy ha vivido un renacimiento en los últimos años, y por ende su preferencia ha aumentado principalmente entre las adolescentes y jóvenes de "La Arenosa". Sus faldas ahora se combinan con blusas distintas a la original, los lunares de la tela varían de tamaño, el lazo de la cabeza varía en cuanto a tamaño y modo de llevar, algunos incluso llegándose a parecer a el que lleva Minnie Mouse.
Así pues, en la medida que todos adaptan su disfraz, los mayoristas de ropa no se quedan atrás, vendiendo cualquier producto de la imaginación y creatividad costeña, mas allá de los disfraces incursionando en el campo de los accesorios.


Lo cierto es que este tipo de transgresiones de la vestimenta propia de esas fiestas es válida siempre y cuando sea llevada en el entorno apropiado: utilizarlo en otro no genera mas que rareza y la escena de "fuera de lugar".


Eso es lo que he notado: justo cuando llega la época de esta festividad, de manera milagrosa empiezo a ver en mujeres de Cartagena, accesorios que claramente reflejan de donde provienen: el carnaval. 
Pulseras con motivos de lunares, blusas de lunares, pantalones de lunares, argollas supremamente brillantes y hasta zapatos de lunares. Un grupo reducido, claro.
Pero: ¿Ellas de verdad lo consideran como una moda, tan constante y cíclica, que cada año vuelve por los mismos meses, o es que hacen una apología al disfraz, combinándolo con su tez de la piel? ¿Hay en ellas alguna conciencia sobre las premisas anteriores? ¿Ingenuidad acaso? No creo que todas ellas lo hayan traído luego de una visita a la ciudad hermana como recuerdo.


Me hubiera encantado tomarle fotos a las que he visto llevándolos en estos días, pero de no ser por la batería en cero de mi celular, las presentaría aquí. Si vuelvo a detectar un caso, lo publico.


Lo que si es cierto, es que aquellos que acumulan dividendos a partir de esta dinámica especial, es el gremio de comerciantes picarescos, tan abundantes en la ciudad, que traen lo "último" de la moda que se utiliza en Barranquilla, prestando poca atención a la función para la que inicialmente se diseñaron.


A través de estas afirmaciones, no pretendo estigmatizar el uso de ese patrón de tela haciendo entender que representa exclusividad para ese disfraz, pero es inútil pensar que las coincidencias espacio-temporales no son obvias. 


Inocencia, ingenuidad, o un gusto sistematizado que enciende las alarmas sensoriales para que un pequeño grupo de mujeres cartageneras lleven esa tendencia, no lo se. Pero por lo pronto no recomiendo usarla, al menos para febrero, de no ser en Barranquilla.

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