Rubber fever

martes, 10 de julio de 2012

Nunca los aprobé, no los usé o usaré.
En Colombia muchas personas siguen la corriente del arcaico furor, de la intangible ley de que si todos lo usan, "yo tambien tengo que hacerlo".

Algunos no escatiman en ocaciones, climas o intenciones: utilizan las prendas porque es lo que está "in", porque es lo popularmente aceptado, siendo que posiblemente en un momento pasado nunca se habría imaginado llevando determinada prenda, por miedo a llegar a estar en la luz del "fuera de lugar".

Es importante recalcar que en la configuración del estilo propio, el personal, no es necesario acoger cada una de las las tendencias que ofrece el mercado, ya que todos no poseemos las mismas fisionamias o inclinaciones estéticas.
Es por ello que aunque llegue a gustarnos algo, en nuestro subconciente palpita la idea conciente, de que no lo usaríamos porque no es nuestro estilo, o porque no va con nuestra silueta corporal.
Pero mas fuerte que esta voz de la conciencia de la moda, es el deseo colectivo de aceptación e inclusóon, que pertenece al tercer escalón del triángulo de las necesidades de Maslow: el de las necesidades de la estima, y relaciones sociales.

En las decisiones de compra y de uso frente artículos de moda, esta es una de las necesidades que mas efecto tiene, pues puede llevar a olvidar aspectos que en un principio resultaban importantes, que pasan a segundo plano para materializar el deseo de transferencia de cualidades sociales que brindará el objeto al portador.
Se considerará ésta como al principal premisa que explica el uso del objeto que hasta el día de hoy me genera un poco menos que repulsión.
Intentando analizar otros factores que podrían llevar a esta desviación del estilo, podría vaticinar que se debe al blando fundamento que tienen muchas personas en su manera de vestir, haciendo que caigan en cualquier tendencia solo porque sí.

Esta no clasifica en una historia de desamor. De hecho nunca los ame. Su flirtreo no tuvo suerte conmigo, ni su argumento publicitario.
Lo mejor de esta historia es que se encuentra en el rumbo de la alegría, ya que son menos las personas las que los llevan, y sigue en aumento la mayoría que lleva zapatos de verdad.

Los chicos ya no los intercambian, y en las vitrinas les destinan menor superficie que antes.

El comercio popular ha virado hacia otros estilos y materiales con la llegada de la primavera, dando la impresión de que ha vuelto la normalidad. Incluso sus imitaciones van en decenso.
Son menos los niños que atosigan a sus padres para que les compren unos, y son menos las mujeres que buscan un color específico, por el que antes se morian, e incluso repagaban porque era muy "cool", americano e internacional.
La tasa de adolescentes que usualmente acompañaban el objeto del que es motivo este post, con shorts de jean mínimos, pero con toques acentuados de falta de gusto y presencia, ha bajado. Esto verdaderamente genera un suspiro de paz.


Las tiendas especializadas en donde los venden, presencian los indicios que revelan que la concentracion del aroma caracteristico de sus locales es inversamente proporcional a las ventas: cuanto mas concentrado, menos ventas.
Hace un año, era imperceptible ese aroma, es mas, con el agudo olfato que poseo, no me había percatado de su presencia. La memoria olfativa lo asocia a una referencia: la visita a una fabrica de pvc.
La disminución en la afluencia de clientes que anteriormente frecuentaba la tienda, supone en parte que el aroma se mezclara con otros para finalmente no concentrarse como lo hace ahora. Claramente el vacío y la soledad es lo que se pasea por esas tiendas.

Son síntomas verifican la bajada de la fiebre. Un descanso para muchas (os) fashionistas.
Ya los Crocs pasaron de ser protagonistas de la vestimenta.
Las personas que los tuvieron, apreciaron los cambios: se despegaron, dañaron, desgastaron.

A eso se le llama ciclo de vida de producto, y gracias a ello muchos los dejaron de usar. Un total descanso para el exceso de exposición que tuvieron en las calles de toda Colombia.
Comprendí sus bondades, pero su estética no me convenció.

La razón para su uso precisamente no es la estilización de la figura, sin embargo, este fenómeno de consumo social fortaleció mi teoría de hay una desertización en el criterio de estilo y moda.

¿Es posible acaso que todos ellos se guiaran por el fin de la comodidad, y no por el de la imagen proyectada? No lo creo.
Tampoco creo que prentendieran generar una imagen de torperza e infantilismo.
Siguen robando miradas, como la que me saquearon cuando estaba de rumba cierto día, todos muy arreglados de acuerdo a la ocasión, y mediante una requisa visual a un hombre bien parecido que pasó a mi lado, detecté un par de crocs en sus pies.
En verdad el descaro es grande. Y el mal gusto tambien.

Aun así ahora los días son mas tranquilos, ya no hay merecedores de tanto estrés en la vista.

¡Gracias destino!

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